Hoy recordamos a Amado Nervo a 144 años de su
natalicio.
Conocí su obra cuando tenía 12
años, gracias a un libro que una amiga logró prestarme de la biblioteca de su
papá, ese libro prácticamente era mío, pero cuando me pedían devolverlo lo
hacía, dejaba pasar un tiempo y volvía a pedirlo prestado nuevamente, reconozco
que llegué a dormir con él debajo de mi almohada, lo cargaba a todos lados, era
un libro bonito, de esos empastados con toda la obra poética de Amado Nervo, un
libro de colección que completaba una biblioteca, así que el libro pesaba pero
no importaba, me alimentaba el espíritu y eso era lo importante. Finalmente
llegó el momento de salir de la secundaria y tuve que devolverlo, jamás he
vuelto a tener un libro de Amado Nervo, pero muchos de sus poemas quedaron en
mi.
Tal vez mi amiga Verónica
Murillo no recuerde siquiera esta historia pero gracias a ella y a la
biblioteca de su papá conocí a Amado Nervo.
Hoy se
conmemora un aniversario más del natalicio de Amado Nervo, seudónimo de este
gran poeta mexicano nacido en Tepic Nayarit un 27 de agosto de 1870 quien
se llamara Juan Crisóstomo Ruiz de Nervo y Ordaz y quien murió en Montevideo, Uruguay un 24 de mayo de 1919, sus
restos fueron traídos al país y depositados
en la
Rotonda de los Hombres Ilustres de la ciudad de México.
Nos dejó grandes obras poéticas
entre las que destacan Ofertorio, Me besaba
mucho, Una flor en
el camino y Madrigal,
entre otras más; póstumamente fueron publicados sus libros El
estanque de los lotos, El
arquero divino y La
amada inmóvil.
Y es con uno de los poemas de su
libro póstumo La amada inmóvil que cierro esta cápsula, ¿Llorar? ¡Para qué!
de Amado Nervo.
¿Llorar? ¡Para qué!
Este es el libro de mi dolor:
lágrima a lágrima lo formé;
una vez hecho, te juro, por
Cristo, que nunca más lloraré.
¿Llorar? ¡Por qué!
Serán mis rimas como el rielar
de una luz íntima, que dejaré
en cada verso; pero llorar,
¡eso ya nunca! ¿Por quién? ¿Por qué?
Serán un plácido florigelio,
un haz de notas que regaré,
y habrá una risa por cada arpegio…
¿Pero una lágrima? ¡Qué sacrilegio!
Eso ya nunca. ¿Por quién? ¿Por qué?
No hay comentarios:
Publicar un comentario