La crisis mundial que estamos viviendo agudiza la feminización de la pobreza, un tema que se pasa por alto y que sin embargo hace cada vez más palpable “el no acceso a una vida libre de violencia para las mujeres”, porque hablar de la feminización de la pobreza es hablar de violencia.
La mayoría de los 1,500 millones de personas en el mundo que viven con menos de un dólar al día son mujeres.
Parece increíble cuando las mujeres producen más del 50% de los alimentos que se generan en el mundo y sin embargo solo tienen acceso a una cuarta parte de ellos, según datos del Banco Mundial las mujeres en el mundo son las más pobres del planeta.
En México no debemos olvidar que en esta materia no hemos avanzado, pesé al reclamo de las Organizaciones Civiles que trabajan por las mujeres exigiendo el derecho a una vida digna y la aplicación de políticas públicas para erradicar la feminización de la pobreza, no se ha hecho mucho, todo se queda en el discurso, en promesas.
Es decir, que las cuestiones de género no importan, no interesan, pese a que en la actualidad la mayoría de los hogares mexicanos son lidereados por jefas de familia cuya responsabilidad va más allá del sustento económico, en ellas recae la doble o triple jornada, como madres trabajadoras y educadoras de sus hijos, percibiendo bajos salarios y poco acceso a la educación y a la salud pública.
Los hogares lidereados por mujeres son más pobres que los que lidereados por hombres, cuyos ingresos son mayores a los que una mujer mexicana puede alcanzar, sin importar su preparación ya que aún en igualdad de condiciones las mujeres ganan menos que los hombres.
La situación se agudiza con el desempleo que hoy afecta a todos y que obliga a las mujeres a realizar tareas por debajo de cualquier salario digno o en el peor de los casos las lleva a la prostitución.
En México la pobreza extrema aumento en los últimos dos años un 4.4%, lo que nos lleva afirmar que “la feminización de la pobreza en nuestro país será una herencia para las futuras generaciones”.
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